Discutir delante de los chicos: cómo les puede afectar

Las discusiones en las familias son inevitables. Pero es importante que ocasionen el menor daño posible a los más chiquitos del grupo familiar.

Todas las familias discuten. Pero cuando lo hacen delante de los hijos, es inevitable que esto los afecte. ¿Cómo evitar que sean testigos de las situaciones de conflicto de los grandes? Y si los chicos los han visto discutir, ¿qué decirles como para que esto los inquiete lo menos posible? ¿Cómo les puede afectar?

Discutir no es pelear

Vivir en familia implica llevar adelante una gran cantidad de acuerdos. La economía, la educación de los hijos, los horarios, la elección del colegio… Hay tantas cosas para resolver que es imposible coincidir a full en todas las elecciones y decisiones. Son justamente esas diferencias las que, muchas veces, llevan a que los adultos de la casa se enrosquen en disputas.

Como en muchos otros temas de la vida, en las discusiones familiares los extremos nunca son buenos. Ni las familias que jamás tienen ni un sí ni un no, ni aquellas donde todos los días hay un altercado. Sin embargo, discutir no es sinónimo de pelear, aunque muchas veces una cosa lleve a la otra. ¿Qué es discutir? Es un arte que consiste en debatir posiciones diferentes y llegar a acuerdos. Y mientras que en una discusión lo usual es que se intercambien ideas, lo habitual en una pelea es que se pierda el control. Es allí donde radica la gran diferencia.

Qué enseñan las discusiones

Siempre y cuando se dé en un clima de tranquilidad, discutir delante de los chicos pueden enseñar muchas cosas. Los niños necesitan vivir en una familia que sea realista, es decir, que incluya la posibilidad de diferencias y desacuerdos. Aprender a discutir es una herramienta básica para el futuro del niño. Pero también para su presente, porque diariamente debe enfrentar situaciones -en el colegio o con sus amigos- que le exigen ponerse de acuerdo sin someterse ni someter. Simplemente, negociando. Aprender cómo lograrlo es una de las claves para llevar adelante relaciones sociales satisfactorias.

Angustia y culpa

Así como las discusiones pueden ser constructivas, las peleas representan la otra cara de la moneda. En las peleas suele haber gritos, portazos, insultos, llantos… Situaciones que muestran al chico que sus papás han perdido el control. Y dado que se trata de las personas que lo cuidan, eso coloca al pequeño en el mayor de los desamparos. ¿Cómo puede estar tranquilo si los encargados de protegerlo son capaces de herir a otro ser a quien también aman?

Las peleas asustan y angustian a los chicos, pero sobre todo, les provocan culpa, porque suelen creer que son responsables de cuanto sucede a su alrededor. Por eso, cuando los padres pelean, los hijos imaginan que es porque se han portado mal o han hecho alguna cosa que ha enojado a papá y mamá. De ahí la importancia de evitar que presencien las peleas de los adultos. Porque además de vulnerables, los hace sentir culpables.

Amargas consecuencias

Los chicos que ven a sus padres discutir en forma continua se ven sometidos a un gran estrés. Luego se sienten inseguros, y no logran alcanzar un adecuado sentimiento de confianza básica. Cuando quienes tienen que cuidarlo y brindarle seguridad se muestran imprevisibles y reaccionan en forma desmedida frente a las diferencias, los niños se sienten confundidos. Por esta razón, en el futuro pueden tener dificultades para vincularse afectivamente con otras personas. Así, es común que oscilen entre la exagerada desconfianza hacia los demás y el excesivo apego hacia los extraños. O bien que demuestren baja autoestima, retraimiento, e incluso manifestaciones de agresividad.

Algunos consejos

  • Evitá discutir delante de los chicos. Y si la situación te toma por sorpresa y se vuelve ineludible, tratá de mantener el control y nunca le faltes el respeto a tu pareja.
  • Cuando notes que la discusión está saliendo de control, interrumpila y continuala en otro ámbito fuera de la casa, o más tarde, cuando los chicos se hayan dormido.
  • Si los chicos presenciaron una discusión o una pelea, hablá con ellos cuando las cosas se hayan calmado. Explicales que lo que sucedió no estuvo bien, que no es la forma en que las personas deben comportarse, pero que papá y mamá se enojaron y se pelearon, como a veces les sucede a ellos con sus amiguitos. Que se han peleado porque no estaban de acuerdo en algo, pero que se quieren mucho y ya se han amigado.
  • Tené en cuenta que, aunque ciertas polémicas pueden ser constructivas, no todos los temas pueden discutirse frente a los chicos. Por ejemplo, si uno de los padres no está de acuerdo con una medida que tomó el otro, tendrán que debatirlo cuando estén solos. Pero si la cuestión es ponerse de acuerdo en el lugar para ir de vacaciones, no hay problema en que intercambien opiniones en presencia de los hijos.
  • Si los chicos presenciaron una pelea, bajo ninguna circunstancia hay que permitirles que tomen partido por alguno de sus padres.
  • Los hijos nunca deben ser incluidos en las discusiones. Ni como testigos, ni como fuente de apoyo.
  • Cuando discutas con tu pareja, eviten insultarse o agraviarse.
  • Para evitar peleas y lograr acuerdos, es preciso que ambas partes cedan un poco, como muestra de amor y respeto.

Asesoró: Dra. Mariana Czapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica
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