Cómo fomentar la inteligencia de tu hijo

El concepto de inteligencia se fue modificando a lo largo de los años. Tiempo atrás se asociada únicamente a la incorporación de conocimientos, o a un alumno con buenas notas. Se partía de la idea de que en cada edad cronológica se debía adquirir una serie de conocimientos.

Sin embargo, luego de estos enfoques se advirtió que muchos comportamientos y capacidades que eran consideradas excepcionales no eran precisamente producto del conocimiento. Era necesario tener en cuenta la función de las emociones en la vida intelectual; buenas notas en el boletín no necesariamente garantizaban el éxito en la vida. 

En la actualidad la inteligencia es concebida como algo mucho más amplio. Es algo que involucra el conocimiento de las propias emociones, la capacidad de motivarse a sí mismo, la empatía y la capacidad para vincularse adecuadamente con los demás. Sin lugar a dudas, esta última postura más integradora es en definitiva la que les brinda más herramientas para defenderse en la vida.

Por eso, cuando los padres piensan cómo pueden fomentar la inteligencia de un hijo, es importante estar abiertos a esta concepción amplia y compleja. Ya no se limita a más horas de matemática o mandarlos a escuelas exigentes o elitistas, sino que involucra -como una pieza clave- al rol que los padres tienen en la crianza de sus hijos.

¿Se nace o se hace inteligente?

La inteligencia no es una capacidad estable, y por eso no deberíamos decir que alguien “ES” o “NO ES” inteligente. Si bien existen condiciones genéticas que favorecen los procesos de inteligencia, lo cierto es que el ambiente en el que que nace un niño y el rol de sus padres en la crianza, pueden funcionar como estímulo o como obstáculo. 

Hoy se sabe que las decisiones se toman más con las emociones que con la razón. Por eso es necesario tener un buen dominio de las mismas, para poder resolver en los problemas que se nos presenten forma adecuada. De eso se trata la inteligencia.

¿Qué cosas pueden hacer los padres?

Para fomentar la inteligencia en los chicos -en lugar de lucirse posteando notas escolares o fotos de abanderado- los padres deben brindarle las herramientas que le permitan triunfar en la vida, que le permitan tomar buenas decisiones, y que impliquen una coherencia entre su razón y sus sentimientos. 

Estas son algunas de las formas de lograrlo:

  • Experimentar. Es importante destacar que la inteligencia se nutre de las experiencias. Se aprende haciendo, experimentando, ensuciándose, armando y desarmando. Los niños desde que son muy pequeños muestran una curiosidad innata por el mundo que los rodea. El uso de su cuerpo en acción será la mejor herramienta que puedas brindarle para que su mente comience a desarrollarse. Asegúrate de que pueda experimentar en ambientes seguros, pero no se lo impidas: es en estas actitudes donde la participación de los padres puede marcar la diferencia. Basta con ver a un niño cuando descubre, por primera vez, el pasto o la arena, para comprobar que su forma de obtener información y de aprender, es tocar, oler y probar.  
  • Conocer las propias emociones. Ese aprendizaje es “oro en polvo”. Es importante ayudar a los chicos para que puedan comprender sus emociones y lograr un adecuado autodominio; eso implica usar todas las emociones, sin reprimir ninguna, pero permitiéndoles una expresión adaptada. La tarea no es sencilla, especialmente es preciso que los adultos hayan logrado esto con las propias emociones. ¿Cómo se puede alcanzar? Hablándoles, nombrándoles la emoción que están sintiendo, explicándoles sus conductas.
  • Alentar la empatía. Primero las emociones propias, luego las ajenas. Reconocer las emociones de los demás es una buena forma de favorecer un buen desempeño social. Las raíces de la empatía se pueden encontrar en la primera infancia: es habitual ver cómo los niños pequeños largan en llanto cuando ven llorar a otro bebé.Pero con el tiempo esta reacción temprana de los niños a su vez se va modelando, de acuerdo a cómo ellos ven que los demás reaccionan cuando alguien está afligido. Al imitar lo que ven, los pequeños desarrollan un repertorio de conductas empáticas que les permite un mejor desarrollo de sus habilidades sociales.
  • Dedicarle tiempo a conversar. Aprender a dialogar ayuda a los niños a expresar sus emociones en palabras. Es un recurso muy valioso a la hora de establecer vínculos con otras personas. Y como todo aprendizaje, se vale del ejemplo: es necesario que haya conversaciones familiares. Para eso es importante dedicar tiempo -sin televisión ni pantallas- para que la familia pueda conectarse. Por un rato, estar dispuesta al encuentro y a la introspección, es decir a detenerse a pensar qué siente y qué piensa cada uno. A medida que los chicos van creciendo, es importante destinar un espacio para escucharlos, saber cómo fue su día, preguntar por las cosas que salieron bien y no solo por las dificultades. Aprender a conversar no solo consiste en contar cosas sobre uno mismo, sino también saber preguntar a los demás, expresar interés y aceptación por los otros.
  • Estimular el buen humor. ¿Intentaste pedirle a tu hijo que se concentre y termine la tarea luego de un gran enojo? Es imposible lograr buenos resultados si lo que prima es el mal humor o el enojo. Es preciso crear un buen clima en el hogar, permítanse reírse más seguido, bromeen entre ustedes, con cariño y picardía. El humor es una de las mejores herramientas para resolver conflictos y para disminuir las situaciones de tensión.

Resumiendo… 

Ahora bien, si por casualidad todavía te estás preguntando qué tiene que ver esto con la inteligencia, es bueno que sepas que la inteligencia enfocada desde esta perspectiva implica desarrollar un amplio repertorio de conductas que favorecen la capacidad de resolver y afrontar las situaciones de la vida.

Asesoró: Dra. Mariana Czapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica

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