Durante la infancia los temores son muy comunes porque, a medida que va creciendo, el niño es cada vez más consciente de sus limitaciones, de su indefensión y de su necesidad de protección. Y el miedo a la oscuridad es uno de ellos. Cuando está oscuro somos menos capaces de identificar los peligros, y por lo tanto, es más difícil defenderse o pedir ayuda.
Cuando el niño tiene entre 2 y 6 años, uno de los miedos más frecuentes es a la oscuridad, temor que generalmente aparece a la noche, cuando se va a dormir y afuera también está oscuro. Es cierto que algunos cuentos o muchas películas pueden acrecentarlo. Sin embargo, esa no es necesariamente la verdadera causa. Lo que ocurre es que en la oscuridad somos menos capaces de identificar los peligros, por lo tanto, es más difícil defenderse o pedir ayuda en caso de ser necesario. Cuando está oscuro, para los niños incluso las cosas más familiares parecen extrañas: una silla parece un monstruo, y debajo de la cama se esconden los más tenebrosos fantasmas. El contacto con el mundo conocido se reduce, y la imaginación crece hasta alcanzar dimensiones atemorizantes.
La oscuridad provoca miedo porque además de conectar al niño con su indefensión lo hace entrar en contacto con lo desconocido, con la soledad y el abandono. Por eso es tan importante la actitud de los padres, y el apoyo y la contención que ellos puedan brindarle. Cuando se transita la niñez todavía queda un largo trecho hasta llegar a la edad adulta, un camino que consiste en avanzar desde la confianza en los otros a la confianza en sí mismo. El crecimiento y la maduración le brindará la posibilidad de sentirse más seguro y con confianza para enfrentar sus temores. Pero para que eso sea posible necesita de la presencia de padres en quienes pueda confiar, y con los que pueda contar cuando sea necesario.
Asesoró: Dra. Mariana Czapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica
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Miedo a la oscuridad en los niños: cómo ayudarlos a vencerlo