Miedo a la oscuridad en los niños: cómo ayudarlos a vencerlo

Durante la infancia los temores son muy comunes porque, a medida que va creciendo, el niño es cada vez más consciente de sus limitaciones, de su indefensión y de su necesidad de protección. Y el miedo a la oscuridad es uno de ellos. Cuando está oscuro somos menos capaces de identificar los peligros, y por lo tanto, es más difícil defenderse o pedir ayuda.

El porqué del miedo a la oscuridad

Cuando el niño tiene entre 2 y 6 años, uno de los miedos más frecuentes es a la oscuridad, temor que generalmente aparece a la noche, cuando se va a dormir y afuera también está oscuro. Es cierto que algunos cuentos o muchas películas pueden acrecentarlo. Sin embargo, esa no es necesariamente la verdadera causa. Lo que ocurre es que en la oscuridad somos menos capaces de identificar los peligros, por lo tanto, es más difícil defenderse o pedir ayuda en caso de ser necesario. Cuando está oscuro, para los niños incluso las cosas más familiares parecen extrañas: una silla parece un monstruo, y debajo de la cama se esconden los más tenebrosos fantasmas. El contacto con el mundo conocido se reduce, y la imaginación crece hasta alcanzar dimensiones atemorizantes.
La oscuridad provoca miedo porque además de conectar al niño con su indefensión lo hace entrar en contacto con lo desconocido, con la soledad y el abandono. Por eso es tan importante la actitud de los padres, y el apoyo y la contención que ellos puedan brindarle. Cuando se transita la niñez todavía queda un largo trecho hasta llegar a la edad adulta, un camino que consiste en avanzar desde la confianza en los otros a la confianza en sí mismo. El crecimiento y la maduración le brindará la posibilidad de sentirse más seguro y con confianza para enfrentar sus temores. Pero para que eso sea posible necesita de la presencia de padres en quienes pueda confiar, y con los que pueda contar cuando sea necesario.

Tips para ayudarlo

  • No burlarse de sus temores.
  • Si tiene miedo a la oscuridad, no dejarlo llorando solo, porque no es un capricho.
  • Intentar que las horas previas antes de irse a la cama sean calmas. Evitar que mire televisión o los juegos que puedan alterarlo.
  • Brindarle tu compañía para que se calme.
  • Crear un ambiente en el que se sienta seguro: el contacto corporal (abrazarlo, darle la mano, etc.) es una forma muy efectiva de consolarlo.
  • Hablarle de manera tranquilizadora, diciéndole que mamá y papá están con él.
  • Contarle cuentos alegres antes de dormir, y crear un clima relajado, propicio para el descanso.
  • Dejar encendida una luz del pasillo o del baño puede ayudar. También hay luces de noche especialmente diseñadas para los cuartos de chicos. 
  • Juegos como las sombras chinescas, las escondidas a oscuras o adivinar objetos con los ojos vendados, entre otros, pueden resultar útiles para transformar la oscuridad en algo divertido.
  • Si los episodios se producen con mucha frecuencia, consultar con un especialista.

Asesoró: Dra. Mariana Czapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica
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