Si bien no ocurre con extrema frecuencia, a algunas parejas les ha sucedido: ¡el niño los “pescó in fraganti”, cuando estaban en plena acción, teniendo relaciones sexuales. Como es natural, cuando notan la presencia del pequeño suelen quedarse paralizados, sin saber qué hacer ni qué decir para salir del aprieto. Y una vez superado el impacto inicial, sobreviene la angustia, y muchas veces incluso se culpan mutuamente por el descuido: ¡Cómo pudo pasar!
Lo cierto es que la sexualidad es un asunto privado, y cuando en la casa hay niños, requiere de un espacio al cual no logren acceder, ni accidental ni intencionalmente, para que pueda desarrollarse con la más absoluta libertad y tranquilidad. No obstante, sucedió. No cerramos con llave y el nene nos pescó justito.
Entre los 3 y los 5 años, los chicos se muestran especialmente interesados en las actividades que realizan sus padres. Esta curiosidad suele verse alimentada por algunas situaciones, como el nacimiento de un hermanito, o el embarazo de la mamá de un amiguito, entre otras. Por todos los medios, el pequeño intentará descubrir de dónde vino el bebé. Así comienzan las investigaciones.
Con sus dudas a cuestas, el pequeño intentará, en primer lugar, recurrir a sus padres, fuente de todo conocimiento. Pero como habitualmente las respuestas no logran satisfacerlo, continúa con sus averiguaciones en forma secreta, casi como un “detective” que intenta espiar, seguir pistas, armar conexiones con los datos que encuentra, para sacar sus propias conclusiones (que cuanto más chiquito es, más plagadas de fantasías estarán).
En el proceso de investigación, seguramente ya se ha dado cuenta de que sus padres duermen juntos en una habitación mientras él (¡que es chiquito!) tiene que hacerlo solito en su cuarto.
La curiosidad lo llevará a prestar atención a todo lo que ocurre en ese dormitorio, estará atento a los ruidos que provengan de allí, querrá saber qué guardan sus padres en los cajones, y más. A la hora de encontrar pistas, todo le resulta útil. Lo que en realidad quiere saber es qué pasa allí con sus padres, y tratará de averiguarlo como sea. Es así como se aparecerá de noche a los pies de la cama, intentará acostarse a dormir con ellos, y si todo eso falla, siempre queda el recurso de llamarlos a mitad de la noche, muchas veces justo cuando estaban por… tener sexo.
Cuando el pequeño detective irrumpe en el cuarto en el momento en que sus padres están en plena acción, por lo general suele angustiarse mucho o quedar tan sorprendido que no se anima a preguntar nada.
La angustia se debe, en primer lugar, a que se trata de escenas que le despiertan una elevada carga de excitabilidad que no puede procesar adecuadamente y que, por lo tanto, se convierte en traumática. En segundo lugar, se debe a que no comprende la situación, y por eso suele interpretarla como una forma de agresión o de violencia que uno ejerce sobre el otro. Como en todo encuentro sexual la pareja asume roles activos y pasivos en forma alternada, el niño cree que el que tiene el rol activo es el agresor y el otro la víctima.
La mejor manera de preservar tu intimidad y la integridad emocional de tu hijo es tomando las debidas precauciones. ¿Cómo? Cerrando la puerta con llave, para que no pueda entrar.
Si quieren evitar “sorpresas”, acostumbren a tu hijo a respetar los espacios privados de sus padres. Para eso, es preciso darle todas las explicaciones necesarias y tomar los debidos recaudos:
Alrededor de los 6 años, coincidentemente con el ingreso a la escuela primaria, la curiosidad infantil comienza a declinar para entrar en un período de latencia. Es justamente gracias a que el niño deja de preocuparse tanto por ciertos temas que puede derivar toda esa energía hacia la investigación intelectual. Así, esta curiosidad que en algún momento lo puso en tantos aprietos se convierte ahora en el motor del aprendizaje escolar.
Pero la curiosidad no se va para siempre. Algunos años más tarde, tu hijo volverá a sorprenderte con la pregunta del millón: “Mami, ¿cómo se hacen los bebés?”.
Asesoró: Dra. Mariana Czapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica
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Nos pescó “in fraganti” teniendo relaciones sexuales